Te estoy
fascinando y no te lo explicas.
¿Por mi seductora
habilidad para escribir?
O... ¿Por los
secretos de mil geishas a mi conferidos?
Pero temeroso de en
mis brazos tu corazón perder,
mi nombre no puedes
dejar de pronunciar.
―¿Por qué te
proteges del amor?
―Preguntaste,
intuyendo mi fragilidad.
Tu alma me
reconoce,
y sin embargo, no
recuerdas
dónde has conocido
a ésta,
tu dama misteriosa.
Me conoces muy
bien,
por dentro y por
fuera.
―Te repliqué.
Das por sentado que
de ti
me he burlado
y nada más alejado
de la realidad.
Con ventaja nunca
actúo,
no me escondo en mi caparazón.
Esa fecha mágica en
tu cabeza
girando ha estado
y mi alma en tu
corazón.
―¡Un despertar
contigo! ―Exclamaste.
―¿Qué hora
es? ―Quisiste saber.
―Las seis. ―te
repliqué con dulzura.
Tu imaginación a
cien mil por hora ha volado.
―¿Es domingo y tan
temprano te levantas?
―Preguntaste
asombrado.
El tiempo no
existe, ni el antes ni el después.
―Ya lo sé. ―
Te respondí.
Es difícil con
palabras explicar
lo que el alma
siente ante un encuentro celestial,
donde vibrar y
tocar el cielo es común,
haciendo nubecitas
de terciopelo y algodón.
Autora:
Lucía Uozumi.
(Derechos Reservados)
No hay comentarios:
Publicar un comentario